Tuesday, September 25, 2007

¿Quién necesita a Immanuel Kant? (1)


En varias ocasiones durante la deliciosa lectura de “The Elegant Universe” y “The Fabric of the Cosmos”, de Brian Greene, tuve que dejar el libro sobre el escritorio, para cerrar los ojos y pensar. No sólo porque es un libro difícil (Greene hace un excelente trabajo en traducir conceptos de física teórica sumamente elevados a una audiencia lega, como nosotros) sino y especialmente porque los conceptos que parecen desprenderse como implicaciones de las más refinadas formulaciones de la Teoría de Cuerdas necesariamente fuerzan nuestra imaginación en grados superlativos. Si las implicaciones de la teoría M (el refinamiento más comúnmente aceptado en estos días en súper cuerdas) son ciertas, entonces vivimos en un holograma, en tan sólo uno de los infinitos universos cruatridimensionales que existen (o en una membrana de orden p, pbrane, para ser más preciso).

Que haya infinitos universos paralelos al nuestro quizá sea, después de la conmoción inicial, bastante intuitivo. Recuerdo que un amigo físico y yo solíamos proponer tímidamente en nuestra adolescencia si acaso, dadas las semejanzas entre el mundo de las partículas y la configuración conocida del macrocosmos, el universo, las estrellas y sus constelaciones, galaxias y todo el universo conocido, no serían a su vez más que componentes de un universo todavía más grande, quizá todo nuestro universo no sería sino parte de algo más grande, una molécula perdida en una célula ínfima del dedo gordo del pie izquierdo de Dios, por ejemplo. No, así de sorprendente como es, esa concepción no es lo más sorprendente.

Después de un par de horas de reflexión, en mi opinión lo más sorprendente son las implicaciones epistemológicas del asunto. Porque, de ser cierto que existen 11 dimensiones e infinitos universos, ¡yo juro por Dios que no las veo por ningún lado! Más preocupantemente, no las percibo, no las intuyo. Mis sentidos, al parecer, me engañan… Y no tuve más remedio que conceder que sí, efectivamente, me llegó el momento que parecía nunca llegaría. Necesito a Immanuel Kant.

Ya Kant había advertido qué Descartes estaba equivocado. Porque, si de algo estoy seguro, si algo objetivo puedo percibir del universo, irremediablemente y para comenzar deberé reducirlo a la certidumbre de que existo. Cogito ergo Sum. El hecho de que existo debería ser objetivo e indebatible. Cualquier cosa que contenga el mundo exterior, deberá incluir el ser pensante que soy yo. Y el famoso cogito ergo sum, quizá por el hecho de ser intuitivo, prevaleció en filosofía y en la cultura popular hasta nuestros días. Pero, ¿Qué tiene que ver esto con infinitos universos? Quizá ahora sí deba ir por partes, y bastante sistemático, ¡porque la filosofía no acepta mucha digresión mental que digamos! Deberé comenzar por enunciar que la filosofía Kantiana ofrecía una respuesta para el problema de la intuición equivocada del universo. Deberé quizá resumir, antes que nada, los que a mi parecer son los puntos fundamentales de “La crítica de la razón pura

En primer lugar, Kant hablaba de la “esfera de la conciencia”, en donde el escepticismo acerca de la objetividad del universo se disipaba, dejando efectivamente válida la tesis de Descartes: Puedo estar seguro de mis estados mentales (cogito), aunque quizá no del ser en sí (sum). Así que la pregunta original prevalece para cualquier aseveración más allá de la esfera de la conciencia, es decir para el universo. ¿Cómo entonces puedo saber cómo es el mundo? O quizá más general e incorporando las certezas previamente halladas, ¿Puedo llegar a tener algún conocimiento del mundo que NO sea sólo desde mi punto de vista?

Los predecesores filosóficos de Kant eran Leibniz y Hume. Resumiendo bastante, podemos decir que Leibniz proponía que la respuesta a nuestra pregunta era afirmativa: Sí, es posible obtener algún conocimiento del mundo, no contaminado por el punto de vista o cosmovisión (o el llamado Weltanschauung) del observador. Hume, por su parte, afirmaba que NO, no podemos ser capaces de generar algún conocimiento no contaminado por mi propia weltanschauung. Para un referente más general dentro de las ciencias sociales, a la primera postura se le identifica dentro del Racionalismo, que deriva todo conocimiento del ejercicio de la razón. La segunda, el Empiricismo, que arguye que el conocimiento sólo puede provenir de la experiencia. El racionalismo parecía ser la escuela dominante, por lo menos en la época en que Kant escribía su “Crítica de la razón pura”, cuyo objetivo fundamental será tratar de demostrar que ambas escuelas están equivocadas.



Ya se me agotó el cerebro (¡uff, la filosofía consume más recursos

mentales que la economía, parece!) pero continuaré en breve… ¡Esté pendiente!
Carlos Pitta (Gainesville, Fl, Sept 24, 2007)

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  © Carlos Raul Pitta Arcos Actualizado en Abril de 2009

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