Friday, September 28, 2007

¿Quién necesita a Immanuel Kant? (2)



Aventuré en el ensayo anterior que el objetivo fundamental de Kant al escribir su primera Crítica de la Razón Pura (Existen desde luego la primera edición de la crítica, la segunda edición editada y expandida por Kant mismo, y las subsecuentes críticas: La crítica a la Razón Práctica, que trata sobre moral, la crítica al Juicio Estético, y la crítica al Juicio Teológico) era demostrar que tanto el racionalismo puro como el Empiricismo estaban equivocados. Nada humilde, Kant trató de destruir ambas escuelas y proponer en cambio su propio sistema filosófico. La verdad está cañón entender a Kant, pues es bastante técnico en términos filosóficos, con su análisis lleno de recovecos y neologismos. De hecho él mismo entendió que se pasó de oscuro en intentó reescribir de manera más pedagógica su crítica, en la segunda edición que es la que nosotros leemos generalmente. Yo la leí por vez primera en el glorioso Colegio Preparatorio de Xalapa, hace bastantes años ya, y no la entendí muy bien, pero sí me quedó claro por lo menos la tesis fundamental. Ahora, para entender porqué necesitamos a Immanuel Kant, y en particular porqué la Teoría M en física lo necesita para su sobrevivencia, necesitaremos dejar de postergar la cosa y entrarle directamente al análisis de la Crítica de la Razón Pura.


Vamos por partes. En primer lugar, Leibniz y el racionalismo puro. Leibniz creía que la comprensión contenía dentro de sí ciertos principios innatos, que sabemos son verdaderos y conforman los axiomas a partir de los cuales podemos derivar nuestra comprensión del universo. El tema es que estos principios son ciertos, independientemente de mi particular Weltanschauung o perspectiva, o punto de vista. Pero es innegable que esta Weltanschauung también existe. Estos dos elementos sugieren que la realidad puede distinguirse dicotómicamente entre (1) Substancia y (2) Propiedades (de la substancia). Estos elementos fundamentales del universo son llamados por Leibniz Mónadas, y son independientes, a diferencia de sus propiedades (Por ejemplo, una sustancia puede existir sin que se piense en ella, pero el pensamiento no puede existir sin sustancia). Las mónadas son eternas, y nada las puede destruir, excepto un milagro, y el ejemplo fundamental de ellas es el alma individual, o la substancia pensante. No continuaré con demasiado detalle el análisis entero del racionalismo, para nuestros propósitos es suficiente decir que el sistema Leibniziano puede resumirse en:


El mundo está compuesto por un número infinito de mónadas, cada una de ellas diferente a las otras (La famosa identidad de los indiscernibles). La Weltanschauung es necesaria, entonces, para discernir entre las indiscernibles, para ser capaces de distinguir entre mónadas. Así, la Weltanschauung para cada mónada es simplemente una manera de representar su constitución interna, y no representa al universo en sí. Las propiedades sucesivas de cada mónada corresponden a las propiedades sucesivas de cada una de las otras (esto es técnico, pero está basado en el principio de la Armonía Preestablecida). Esto significa que podemos describir nuestros estados mentales (que producen las propiedades) como percepciones, y el mundo parecerá para cada mónada de la manera particular en que parezca a cada una de las otras. Este sistema es de apariencias, y entre apariencias, y solo aquí cabe hablar de relaciones causales, temporales y espaciales, pues incluso el tiempo y el espacio son propiedades de las mónadas, es decir son creaciones intelectuales, pero no mónadas en sí mismas. Aquí es donde se rescriben relaciones, y principios dinámicos. La física, y otras ciencias, no son sino relaciones entre monadas, permeadas por sus propiedades. Todas estas ideas no generan, entonces, conocimiento acerca del mundo real de las mónadas sino indirectamente, solo en la medida seamos capaces de aceptar que la manera en que las cosas nos parecen lleve consigo el sello metafísico de la manera en que las cosas son. Pero el mundo real (no será la primera vez que nuestro discurso se tornará metafísico) es accesible solo a la razón, pues solo la razón se puede elevar por sobre la Weltanschauung, y solo así podemos percibir las necesidades fundamentales, que son las mismas que las de Dios. Aquí es pertinente una aclaración. Cuando Leibniz habla de "necesidades" se refiere a la relación necesaria entre mónadas para generar dinámicas trascendentales, no para existir, pues las mónadas son eternas e independientes. Es un concepto filosófico más parecido a lo que los econometristas conocemos como causalidad, el fenómeno X causa Y. Así la mónada X causa Y, aunque ambas sean eternas.


En segundo lugar, la visión de Hume, diametralmente opuesta a la de Leibniz. Hume niega la posibilidad de conocimiento a través de la razón, dado que la razón no puede operar sin ideas, y las ideas son adquiridas sólo a través de los sentidos. El contenido de cada pensamiento está dado en última instancia por las experiencias que lo generaron, y ningún conocimiento puede ser establecido como verdad excepto a través de las referencias a las impresiones sensoriales que provee como garantía para su existencia. Más aun, la única experiencia que puede confirmar algo para mí es mi propia experiencia. El testimonio de otros, los registros, los cálculos de otros y sus formulaciones, leyes o hipótesis, apelan a la memoria y a la inducción, y todos éstos apelan a su vez a las experiencias que garantizan su existencia. Mis experiencias son como aparentan, y aparentan como son, y en este mundo lo único que permanece son las apariencias.


Pero al basar todo conocimiento en la experiencia, Hume reduce mi conocimiento del mundo al conocimiento de mi punto de vista. Mi Weltanschauung es la única verdad, aunque existan infinidad de ellas. Toda aserción de objetividad es ilusoria, y espuria. En cuanto a la razón, solo sirve para decirnos algo acerca de la relación de ideas, pero no puede generar ideas. Así, la razón se transforma en la generadora de conocimiento trivial derivado tan solo del significado de las palabras, nunca conllevará al conocimiento de verdades. El escepticismo de Hume fue tan lejos como para dudar de la existencia del ser, la misma entidad que proveía el modelo para las mónadas de Leibniz, diciendo que ni existe un objeto percibible que lleve ese nombre, ni existe alguna experiencia que pueda generar la idea del ser. Desde luego, mi propia Weltanschauung me dice que un escepticismo tan extremo es intolerable, pues no seríamos capaces de entender el universo.


Un breve resumen del resumen, antes de continuar con el discurso de Kant. Para Leibniz, el mundo existe, y es objetivo, y podemos general una visión objetiva de él a través del ejercicio de la razón, sin necesidad de recurrir a la experiencia, esto es, independientemente de la Weltanschauung particular del analista. Para Hume, ningún conocimiento objetivo es conseguible. El mismo universo puede no existir, pues no hay garantía de la existencia del propio ser. Existe, a lo más, diversas Weltanschauung cada una de las cuales es verdadera, de acuerdo a sus premisas. No comparto este punto de vista y me pregunto ¿Qué diría Hume, en un ejercicio mental, de la existencia de un ser omnipresente y omnisciente que fuera capaz de experimentar todas las experiencias posibles, de comprimir toda posible Weltanschauung en una omniweltanschauung totalmente abarcadora? ¿Podría uno aun así dudar de la existencia del ser? En términos de física, y de las ciencias en general, para Leibniz es posible crear una ciencia que represente al universo de manera completamente teórica, con el puro uso de la razón, sin requerir incluso de la validación empírica. Para Hume, toda ciencia debe ser experimental y las construcciones teóricas, aunque no son desestimables per se, son si acaso súbditas de la verdad relativa que sea construida a través de la experimentación, y serán verdades relativas sólo hasta el momento en que nueva evidencia empírica compruebe o rechace la teoría, a favor o en contra de ella. En el siguiente y final ensayo analizaré el sistema de Kant, y cerraré puntos sobre sus implicaciones para las ciencias y, en particular, para la comprensión del universo que se desprende de la Teoría M en física teórica.

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  © Carlos Raul Pitta Arcos Actualizado en Abril de 2009

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