Friday, April 17, 2009

¡¡Debemos legalizar las drogas!!

Terminé de leer hace un par de minutos el artículo “Legalize Drugs!Popping the Balloon Theory” en el número más reciente de Foreign Policy (haz click en el gráfico para leerlo), un artículo sobre la guerra contra las drogas escrito por Alma Guillermoprieto, una de las editoras seniors asociadas. Es un artículo inusualmente corto, comparado con lo que uno esperaría de FP, así que les invito a leerlo completo. Perdería el tiempo sintetizándolo pues es ya de por sí pequeño, pero creo que debo decir que me dejó bastante insatisfecho, por varios motivos: se trata casi de una reseña de lo obvio, hechos que muchos lectores informados conocemos de antemano. En mi caso, y desde luego no soy experto en el tema, ya conocía sus planteamientos generales. Que el tráfico de drogas es bastante rentable, y de allí sea casi imposible detenerlo, es algo que cualquier economista conoce, pues siempre que exista demanda se establecerá un mercado que cree la oferta. Que, como corolario, los esfuerzos para erradicarlo han sido infructuosos en los últimos 40 años, evidente. Que si se deja de cultivar en un país dicha superficie de cultivo reaparecerá en otro sitio, y que la producción se ha mantenido estable (es decir, la guerra contra el narcotráfico no ha sido efectiva) es casi un corolario del argumento inicial.

Lo único que parece rescatable del análisis es un tímido llamado “a la sabiduría” del presidente Obama para “cambiar la política”. De Facto, Guillermoprieto reconoce el derrumbe de las actuales políticas, aunque no tiene el valor de llamar a las alternativas por su nombre: Debemos abandonar la penalización del tráfico de drogas.

Me parecerá sorprendente que a alguien le resulte sorprendente. Es la conclusión más evidente detrás de cúmulos de experiencia, un iceberg que solo un ciego instalado en la cubierta del Titanic no alcanzaría a percibir. Antes de continuar debo de responder a la retórica más evidente que cualquier lector descuidado me cuestionará. Sí, usé drogas en un par de ocasiones cuando era joven, fue algo nuevo y divertido que tenía que hacer para satisfacer mi curiosidad, me aburrió al poco tiempo y seguí con mi vida como uno sigue después de comer mariscos contaminados y del subsecuente dolor de estómago.

Se me ocurren toda una serie de objeciones a lo que diré a continuación, todas ellas no relacionadas con la lógica de la argumentación. Mucha gente ha sufrido como consecuencia de las drogas, y muchas personas podrán decir que no tengo ni idea de lo que hablo hasta haberlo sufrido en carne propia. No es mi intención promover el uso de las drogas. Pero en verdad concuerdo con Guillermoprieto en que necesitamos un cambio de política. Pero, a diferencia de ella, yo escribo en un blog que nadie lee, no en Foreign Policy, así que no tengo la timidez para decir lo obvio: Debemos legalizar las drogas.

¿Porqué? En primer lugar todo evidencia que es una guerra que jamás ganaremos. La experiencia histórica es que siempre que exista una demanda para algo, surgirá alguien dispuesto a proporcionarla. Nos hemos enfrascado en una guerra larga, sangrienta y costosísima que pretende denegar un principio económico fundamental. Pero los principios son precisamente tan fuertes porque no vale la pena negarlos, como no vale la pena a menos que seas un esquizofrénico (o Andrés Manuel López Obrador) negar a las doce del día que es de día, y que en realidad es de noche, o que la luna es un queso.

Por lo tanto, la legalización de las drogas no aumentará su consumo. Mientras que algún curioso intentará consumirlas debido al atractivo que su disponibilidad suponga, otros más dejarán de consumirla precisamente por el mismo hecho, porque al dejar de ser prohibida perderá algo de su encanto. Los consumidores habituales no pueden incrementar más allá de cierta cuota su consumo, y si lo hicieran el mercado en su conjunto perderá permanentemente a un consumidor, lo que reducirá la demanda global. Esto implica que quienes han decidido consumir drogas lo harán independientemente de si estas son legales o ilegales. La demanda es, por así decirlo, terrible inelástica frente a precio y a disponibilidad. Y la experiencia histórica de las prohibiciones al alcohol en los Estados Unidos durante los años 1920's debería servir como precedente para demostrar que dicha políticas es ineficiente.

El otro argumento que me parece evidente es el alto costo de luchar contra el narco, en términos económicos y humanos. En términos económicos, mi parecer es que dicho dinero está siendo tirado a la basura, porque todo evidencia que la producción se ha mantenido constante. Así que sería mucho mejor destinar dichas platas a programas de prevención y educación de nuevos consumos. El gobierno de los Estados Unidos gasta miles de millones de dólares en su lucha contra el narcotráfico mientras su país ocupa una vergonzosa y protagónica posición por el gran número de consumidores de drogas que tiene y el reporte anual sobre drogas de la Naciones Unidas, aún cuando intenta mostrarse optimista, revela que el supuesto problema de las drogas es en realidad incontrolable.

Por otra parte, legalizar las drogas ocasionará, ipso facto, la desaparición del narcotráfico y de la corrupción que éste genera, al evaporar los incentivos económicos para la existencia de un mercado negro. La disminución del precio del estupefaciente sería razón suficiente para que el mercado se equilibre en un número pequeño de productores. La regulación del nuevo mercado ayudaría a no permitir que dicha disminución del precio se traduzca en un incremento del consumo (además esto es poco probable de todas maneras, como argumentamos por el hecho de que la demanda es inelástica). La lucha contra el narcotráfico se ganaría de manera pacífica, y la policía y los militares podrían ocuparse de otros hechos delictivos, sin el terrible incentivo a la corrupción que un mercado de 25 mil millones de dólares al año produce.

El otro argumento es un poco controversial, y admito que está sujeto a debate como toda proposición de naturaleza normativa. Pero de todas maneras lo voy a esgrimir porque soy fundamentalmente un libertario. La prohibición reduce los derechos ciudadanos. ¿Porqué tendría el Estado que cohersionarme a no hacer algo que deseo hacer? De hecho, si la izquierda mexicana fuese consistente con su propio código de valores, tendría dificultades para desechar este argumento, finalmente se encuentran apoyando tan enfáticamente el derecho a la elección, incluso cuando ésta suponga un asesinato: por ejemplo en el caso del derecho al aborto. Aquí el valor es mucho menos importante, pues no supone la pérdida de una vida. Y sin embargo, el derecho es fundamentalmente el mismo: la posición que el individuo adopta frente al Estado, y como ésta debe definirse en base a libertades claras irreductibles cuando se refieren a decisiones que afectan únicamente al individuo. La libertad de elegir es fundamental no solo en cualquier sistema de mercados sino para la organización de un estado funcional y sostenible secularmente.

Éste desde luego es un post en un blog, y podría muy bien escribir un artículo académico apropiado para su difusión en la comunidad científica, pero dicho artículo, además de ser más largo, aburrido y lleno de citas de libros y otras decenas de artículos no harían sino ampliar las ideas fundamentales que he vertido aquí. Me encuentro abierto al debate, y cualquier comentario es bienvenido.

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  © Carlos Raul Pitta Arcos Actualizado en Abril de 2009

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